24 agosto 2022

Los caminos que conducen a la verdad


Los caminos que conducen a la verdad son altos, claros y limpios, pero también son solitarios, raros y fríos.

BG, camino de Oliphant Castle.


05 agosto 2022

El mal salvaje


 

El ser humano no es el "buen salvaje" ideado por Rousseau. El ser humano es el MAL SALVAJE, ese ser destructivo que maltrata a los suyos y se maltrata a sí mismo, provocando el caos, el dolor y la muerte allá por donde pasa.

GV


Corolario: Debemos prepararnos pues para vivir esa pulsión, para protegernos de sus efectos y para reconducir estos hacia la sabiduría, la razón y el entendimiento de nuestra propia naturaleza.

BG


La Rama Dorada de la Eneida:
La
El árbol es central en el mito de Eneas, quien fue informado por la Sibila de Cumas de que tenía que arrancar una rama de hojas doradas para protegerse cuando se aventurara en el Hades en busca del consejo de su padre muerto.

01 agosto 2022

El segundo cielo

 


Recuerdo que una noche tuve un sueño, un sueño extraño que me desveló y no me dejó dormir hasta poco antes del amanecer.  Estaba en lo alto de una montaña y escuchaba un leve sonido de címbalos a mi alrededor, que parecían estallar como suaves pompas de jabón. Miré a un lado y a otro y pude ver un extenso paisaje de altas montañas cubiertas de nieve, una tierra misteriosa, azul y blanca, con ciudades que destellaban en la lejanía, caravanas de mulas que recorrían estrechos caminos, cuadrillas de comerciantes, soldados y aldeanos que iba de un lado a otro, atravesando valles, cruzando inestables puentes sobre abismos insondables, entrando y saliendo de misteriosas ciudades, llenas de calles tortuosas, de torres, de palacios  con cúpulas doradas, de rojos castillos salpicados de cañones, de culebrinas, de mosquetes y alabardas. Entre todos ellos, unos lentos viajeros parecían destacar allá a lo lejos, muy cerca de la montaña más alta. Y eran los címbalos de sus cabalgaduras los que yo escuchaba, punteando armoniosamente el ritmo de su marcha. Y mi mente viajaba con ellos, y de pronto vi que se trataba de mi tribu, de la tribu de los Titiriteros, que iba a aquel país que había conocido el verano anterior. Transportado por el aire, vi que en uno de los carromatos iba Aroidi, con su sombrero troncocónico, y también Remaai, con su sonrisa eterna, y Doroia, que jugaba al lado. También vi al Obispo, moviendo su báculo por el camino, y al vendedor de arenques, azuzando a un viejo burro de color zanahoria, y al Mochuelo, saltando de rama en rama. Detrás de ellos iba un hombre de aspecto adusto, con un libro en la mano, leyendo una salmodia, y detrás de él un árbol con forma humana, arrastrando una pierna que no conseguía mover.  Pero no vi al viejo Losanrot, ni a la Gitanita, ni a muchos otros miembros de la tribu.

“¿A dónde irán?” me pregunté, mientras el sonido de los címbalos se apagaba en mi memoria y el rumor del viento me devolvía a la realidad.  “¿A dónde irán?” me pregunté de nuevo, esta vez en voz alta, y desperté en mi cama, sumido en un intenso estupor.

Gora Vorontsov, 2002.

El segundo cielo. Nubes vagantes son cortinas vagas del cielo.

“El segon cel, imaginat
en una nit d’estiu a la vora del mar”. 

Jaume Sisa