BORRASCOSAS CIRCUNSTANCIAS
Gora
vorontsov, Anselmo Schmitt y Kalús McM.
de 2002 a 2005 (1978-1980)
escrito
originalmente en abril, mayo y junio de 2002 (1978).
PREFACIO
Gora Vorontsov nace en Naxos en el año
1085, el 14 de abril. Hijo de rusos emigrados tras la revolución bolchevique,
pierde a sus padres a los tres años de edad. Desde entonces hasta los dieciocho
años vive con su tío Ludwig en Santander. A esa edad regresa a Verjel Florido,
donde conoce a Faith.
Ese mismo año Gora se translada a Barcelona
para estudiar teatro. Allí conoce a Anselmo Schmitt y a Kalús McMilkman.
Este libro de poemas recoge lo mejor de
su producción conjunta durante esta época.
NUNCA LLEGAREMOS AL VALLE DEL SILENCIO,
NUESTRAS CANCIONES NO ALCANZAN LAS NUBES, NO LAS OYEN LOS DIOSES. NOSOTROS
CAMINAMOS SIEMPRE POR EL MISMO CAMINO VIEJO, ATRAVESAMOS LOS DIAS Y LAS NOCHES,
Y LAS GENTES Y LOS ARBOLES, Y HABLAMOS CON LOS PAJAROS, CON LOS PAJAROS QUE
ALGUNA VEZ ESTUVIERON EN EL VALLE DEL SILENCIO.
NUNCA VEREMOS FLORECER LOS CAMPOS
SEMBRADOS DE LOS DIOSES PORQUE LOS PAJAROS SE LLEVAN LAS SEMILLAS AL VALLE DEL
SILENCIO, DONDE EL TIEMPO NO PASA, DONDE EL HOMBRE NO MUERE NI CAMBIA.
¡AH, SI ESTOS PAJAROS NOS LLEVASEN EN SUS
ALAS YA NUNCA MAS VOLVERIAMOS A ESTA TIERRA MISERABLE![1]
ESTA MENTIRA
Durante muchos años
la vida se ha comportado
con mecanismo exacto:
fingiendo dolor, placer
o desengaño.
Durante muchos años
los cielos se han cubierto
y despejado; y la lluvia
ha caído siempre
en el lugar exacto.
Durante muchos años
los hombres,
se han dejado llevar,
nacer, morir, amar...
humildes e impotentes,
engañados por el olvido,
invadidos de inconsciencia.
¿Por qué apelar aquí al sentido
o a la lógica
si desterramos con ello la vida?
¡Dejémoslo pues,
que nada perturbe esta mentira!
A HUGO PRUDHOMME
Viento fresco en un día encarnado
aire hermoso y rosas y alhelís,
sobre la carretera,
con una lira en la mano,
la sombra de un niño,
un auto aparcado
a la orilla de un estanque,
una verja de hierro y de cemento,
una luz encendida
en lo alto del camino,
una mano escribiendo
en una hoja amarilla
y un silbido que suena
más allá de las honduras,
de las frondas del bosque,
de la luz y de la risa.
Un hombre me mira
desde un balcón sin aire,
es Hugo que me llama
con su mirada eterna.
Sus manos temblorosas,
su piel rugosa y fría,
sus huellas en el barro,
un gusto amargo en los labios.
Por la playa corren deseos,
gaviotas y espuma verde
que traen entre sus dedos
turbios desasosiegos.
Y no podré morirme
y dejarle aquí viviendo,
no podré marcharme
del mar y ser feliz.
¡A Hugo... que es un niño
enterrado en una tumba
de mármol blanca,
que vuela sin mi cuidado
y nada bajo el agua,
y corre por el mundo,
donde el mundo se llamó Ambrosía,
a donde yo lo he llevado un día!
EL ATARDECER[2]
Casi no pasa el tiempo
pero pasa
y este cielo malva
será el último cielo
antes de que yo me vaya.
Casi no pasa el tiempo
pero pasa
y los gatitos nacen
en los rincones oscuros
de las casas,
y la hiedra crece
en las paredes blancas
antes de que yo me vaya.
El aire respira
con suavidad la noche,
el aire respira
estrellas y recuerdos,
el aire está lleno
de horrible ternura,
aunque en el silencio
hemos gastado horas
buscando la armonía
que ya nunca encontraremos.
Ahora el tiempo no se oye
(en este ahora eterno),
ahora el tiempo se esconde
detrás del árbol negro
y los grillos frotan sus alas,
y salen las estrellas,
y el sol
brilla en otro mundo
que ya nunca alcanzaremos.
Cuando éramos niños
el sol era nuestro
detrás de la ventana,
al salir a la calle
el sol era nuestro
y nuestros los relojes
y la felicidad
y el cielo.
Ahora, ya tan grandes,
camino de algún sitio,
con los ojos indiferentes
ya ni el paisaje
nos pertenece.
La vida nos ha enseñado algo:
que la presencia de la muerte
ensombrece nuestros actos
cotidianos
y que la magia se ha fundido
en un crisol de desencanto
para no despertar jamás
de su sueño enjaulado.
Ahora se han callado
las sombras misteriosas,
ya no salimos a la calle
contentos de las horas,
hay un futuro incierto
y un oscuro sentimiento
vago de miedo que hiela
las miradas cuando nos miramos.
Las alamedas están llenas
de luces y rugientes
fieras de aluminio.
¡Qué melancólica agonía
en la ciudad de piedra!
¡Las muertes y los sueños
amortajados con fotografías
de inmortalizados recuerdos!
Y la vida, que llega
tan vacía y tan negra,
tan vulgar y tan corta.
¡Oh, tan vulgar
y tan necia!
El tictac sonoro
y el ruiseñor perdido
romperán cristales
más lejos de nuestra memoria
un día cualquiera
de un milenio innombrado.
DE LA CIUDAD
Este grave remordimiento,
los vacíos de cada mesa
en la ciudad, volcán de muertes
abatidas, censuradas y ardolorosas,
como en un sueño muerto,
como en un muerto sueño,
hasihasido, voy, vengo, nada entiendo.
Canción para la desesperación,
ella no ha vuelto,
yo no he vuelto a saber de ella,
yo nada se ya de nada,
¡Que desesperación la mía!
Desesperación de un muerto,
consuelo de las berenjenas.
Me crucé a Bernarda, ya voy
a por mis elegías, al principio
la vi, luego volví para saludarla,
luego me fui para no verla,
me gustaría hablar un día con ella.
¿Por qué estará tan lejos?¿Tan hella?
Es así como yo no se decir
y se que me iba a gustar pese
a no conocerla, casi,
después del día aquel, después
de aquel día aquel:
y también la veo lejos, fuera
de la ciudad.
Es Bernarda lo mismo que cualquiera
aunque estoy castigado a la muerte
y nada me salva.
Salgo a la calle, me rodean
pero ¿nada? No lo se.
Nada, porque no está hella, ni
Bernarda ni Ferroviaria
y en Nemoville no he vuelto a
ver a Maricarmen... ¡Su nombre!
...y sin embargo la recuerdo,
tan lejos, de una forma
tan imposible,
desde la ciudad.
AMARNA[3]
Mañana me
levantaré cuando hayan dado las doce
en el reloj de
la catedral,
empezará a
palpitar mi corazón en torno a su memoria,
iré a buscarla a
su trono de oro,
cruzaré los
valles por donde penetraron los hicsos,
me haré un nudo
de corbata con el papel higiénico,
escribiré la
sentencia de muerte
de cuatro
monstruos
y querré que
ella me hable
de su jardín
verde que le han robado
cuando hayan
dado las doce
las calles se cubrirán
de sol,
se terminará
alguna casa, una canción sonará sin duda
y buscaré a Sebeknefrure
en un camarote
del barco,
me marearé y
llamarán al médico de a bordo,
quedarán atrás
las ventanas de piedra del puerto
y cuando esté en
alta mar
me negaré a comer
hasta llegar a
Elephantine
y ver sus pies
descalzos
correr por el
suelo limpio
de la nueva
ciudad de Amarna.
NUNCA VOLVERAS[5]
En calidad de loco buscador
canto esta canción
por los veinticuatro días,
por las muchas muertes
de este año impúber
capaz de volvernos
locos y oscuros amantes...
He recibido noticias
de la estepa ardiente
sumergida en viento
a la que tanto añoro,
noticias alegres,
noticias que a veces
logran alejarnos
de la muerte a plazos
que sufrimos
en esta cárcel llena
de cepos y agujeros.
Noticias,
algo que se rompe
en el cristal opaco
que aísla nuestras voces
como una isla
de coral.
Enterrados bajo gneis
algún día yo y tus flores
algún día sí,
algún día, tal vez,
corazón que palpitas
bajo el pecho blanco,
bajo el aire estanco,
que retumba con deleitación:
¡Nunca volverás!
CEMENTERIO[7]
En mi sueño se
ahogaba una amapola
en un valle
inundado de rocío y de cerdos,
se rompía por la
calle un tango amargo
de podridas
soledades y miserias.
Ella rodó como
un guijarro por el suelo,
cayeron las
cintas de su pelo
y los aros que
adornaban sus orejas,
para salir al
paso de mis sueños.
Entonces yo le
hablé de muñecas y de olas,
de que mi amor se
rifa entre las cosas y el cielo,
pero no sabe, no
se por qué, no sabe que la quiero
y yo tampoco se,
tampoco se por qué la quiero.
Llegó un día a
mi vida y desterró a las horas,
había algo en ella
mágico y nocturno,
yo dejé, dejé mi
tumba abierta
y se llenó, y se
llenó de sanguijuelas.
Ella se fué en
una noche como esta,
ella no está
ahora en ningún sitio,
el río corre
indiferente a mi presencia,
las nubes se
mueven y hace viento.
La luna me observa
y ríen las estrellas
y los que pasan
a mi lado me desprecian,
yo voy en la
noche siempre solo,
yo voy a los
lugares ocultos de los hombres.
Y mientras suena
en la memoria confusa
una canción
cantada en susurros hace tiempo
vuelvo a morir
ruidosamente
y el cementerio
se puebla de voces que me riñen.
QUE TRISTEZA HAY EN LA TARDE
FRIA Y SOLIDA
qué tristeza hay
en tu cara,
qué tristeza en
mi mano, que te tuvo y no te siente,
qué tristeza en
mi ciudad,
heredada de
dioses polvorientos.
Hace tiempo se vació
mi vida en el crisol de un río,
se secó mi tallo
en la espera inútil,
¡Mis hojas mis
flores mis versos,
mis únicos
tesoros
se han secado, se
han perdido!
Qué tristeza hay
en las campanas,
qué sueños hay en
mi cabeza que se lleva el tiempo,
qué hay en mi
negra negra soledad que nunca será cierto.
Porque aquí, en
el país de Jauja, nos hacemos viejos,
y así vamos
siendo:
tristes
solitarios
vagabundos
y finalmente
muertos.
ERA UN DIA DULCE, COMO TANTOS[8]
y el corazón latía
con esa estúpida manía
de agitarse por amor
más de lo debido,
creo que las olas rugían
y el agua helada me cubría:
era un día dulce, sin embargo,
y fácil de recordar.
LA MUSA DE LAS ARAÑAS
Oh, musa,
descuélgate del techo
y pósate en mi
mesa, incendia mis recuerdos, desteje mis heridas: tú estabas allí,
ahora lo sé,
todos aquellos años,
prendida del
plafond de mis habitaciones,
leyendo en mis
sueños, prendidos de tus hilos.
Ahora que la luna
y el sol se han marchado
puedo mirar tu
rostro y verlo
convertido en
ruido, todo aquel ruido
escondido en el
desván.
¡Oh, musa, ven
conmigo
a abrir las
puertas del pasado, sube a mi lado
las escaleras del
destino, verás que todo aquello
solo es polvo,
ruido y escaso contenido!
POR EL CAMINO UMBRIO
callado y solo,
hoy he vuelto a
casa
aterido y sucio
con un ratón en
mi sombrero
susurrando a las
hojas de los árboles
teorías sin sentido.
Por las oscuras
alamedas
escuché acordes
disonantes
de trompeta,
y me sentí
triste e insatisfecho,
aburrido.
Así que dejaré
pasar las horas
en la noche de
estrellas
recorriendo las
viejas calles de alcanfor.
Perdido de mí,
voy buscando
una luz; los
faroles alumbran
mis pasos de
capitán
pirata, pero es
otra
la luz que
busco. Tal
vez la luz de
una labios crudos
y enfermos,
de unos labios
gruesos
y tibios,
de unos
labios...
por el camino
umbrío.
ALGUIEN HURGABA EN TU CEREBRO
AZUL,[9]
alguien cuyo
nombre no conozco ni veo,
alguien que se
llama tal vez miedo.
Volvía yo del
aire aterrizando en un sueño,
tú cantabas una
canción de olvido
arrancando
árboles de fuego
y no te movías,
perdida y llena
de tiempo
marchito, porque algo así como unas rejas
te apresaron,
porque algo así
como un tumor te
quedó dentro
chamuscando tus
heridas
en la calle
donde estamos.
A veces caemos
en la trampa que nos tiende la noche
y el laberinto
nos une y nos aleja
y ya nunca
podemos salir y vernos.
Se han muerto
aquellos que tocaron las piedras,
se han muerto
las tardes y los días
contigo, tan
hecha de cosas que palpitan.
Estaba yo
prendido más lejos y más hueco
de la guitarra
que pulso y dejo
y mañana, como
tú no estarás,
yo voy a dejar
de estar también.
¡QUE OBSCURO
y terrible y vago
es el postrer recuerdo,
la última migaja
de un sueño que se esfuma:
y que hermoso es retenerlo
aunque nos queme el alma!
BORRASCOSAS CIRCUNSTANCIAS[10]
Borrascosas circunstancias
que han interrumpido el curso
de las horas,
olvidadas rogationes
al dios del sexo
sin respuesta...
Vuelvo en mí
sobre calles asfaltadas,
entre duros adoquines
y espejos.
Hago largas esperas bajo el sol,
llamadas
que no contestan,
y vuelvo a la casa inhibida,
al terror de los pasillos
largos.
Hay algo en mi memoria
que me aterra:
la muerte,
el amor
y ella.
Giran turnos heridos de años
olvidados
sin querer,
vagas lágrimas brillantes
que se tuercen por mis ojos
melancólicas,
Oigo el ruido de castillos derruidos
en la consciencia torturada,
y pienso que ayer fue siempre
algo más hermoso
que mañana.
A pesar de todo el sol sale
y se oculta,
alguien rompe las telas
en silencio
y un gato negro husmea
en el salón las velas
derretidas.
DESDE EL MAR
Era una noche de lluvia,
era un triste murmullo,
como una despedida,
(una noche sin luna)
la última vez, la primera.
Eran tu voz y tus gestos
tu mirada y tu pelo,
ese oscuro silencio
que abarrota las calles
y las tiñe de negro.
Era entonces mi vida
un erial de cemento,
un arca azul y negra
donde guardaba mis sueños
sin saber para qué.
Y aun no te amo bastante
y aun no te deseo
que todavía me duele,
que aún quema con hielo.
Desde entonces, mi amor,
que no me deja dormir
envuelto en silencio.
VUELTA A CASA
Fueron estas calles,
oscuras de tanto recorrerlas,
las que me hicieron daño.
En los rincones malolientes,
trasegando licores,
me sentí como un gnomo
bajo los abedules
mientras oía sones
de batallas lejanas
sobre mi cabeza.
Las luces encendidas,
el olor a gasolina,
un cruce, una mirada,
una multitud de extraños,
los labios apretados,
una mano en el bolsillo,
un corazón encogido,
una esperanza naufragada,
un idilio sin amada,
un amante sin idilio,
una deidad histriona
que canta en la plaza una hora,
la hora de la triste hora,
la hora de los ojos luminosos,
la hora de la vuelta amarga,
maldita y bastarda,
al solitario encuentro.
SONRISA SALVAVIDAS
Flora enriquecida
por la ausencia de afecto
¿qué puedo regar?
ni lágrimas tengo,
solo corazones podridos,
arterias, olvido...
caminar por Nemoville,
dejar un fantasma
y oir una voz que suena,
un inesperado auxilio,
caminar por Nemoville
y una sonrisa en la noche,
una campana en el silencio:
situemos la escena
en el ridículo comienzo,
en el escaso final,
en la horizontalidad del lienzo
donde comienza la muerte.
EN LA CIUDAD DE JAUJA
En una noche como esta
oiré susurros en las montañas,
alguien prepara algo, una huida,
una mascarada:
vendrán Pierrot y Polichinela
a vivir al reino de Jauja,
a llorar en el entierro
de las caras verdaderas,
atados a un velero
que nos deje sin aliento
en una noche malva.
Pero sé que a la mañana
una nube cubrirá mis sueños,
que habrá hielo en las miradas
y que me dirán
que no estamos en Jauja,
que no existe,
y que no existen Arlequín y las hadas,
ni Pierrot ni Tartaruga,
y no habrá baile en la casa,
ni estaremos contentos,
ni cruzaremos el mar en barco
disfrazados de tortugas
y camellos.
ALMA DE CERA
En este lindo día
bajaré pendiente
del reloj de oro
por piedras enormes
de escaleras tristes,
por oscuras alamedas
y sombríos porches;
bajaré al limbo
del viento y del sauce,
bajaré corriendo
miles de colinas
para ir a buscarte;
subiré castillos,
muros barricadas,
montañas metálicas,
sillas y cristales,
recuerdos distantes,
albas y guardianes
vestidos de negro
a la puerta de tu valle;
cruzaré cascadas
de mar y de sangre,
laberintos blancos,
cementerios pardos,
caminos con musgo,
iglesias calladas
y cuartos de baño
llenos de cagadas.
En este lindo día
cuando el sol levante
sombras en las calles
y tú te despiertes
de tu noche grave
y abras la ventana
y veas las montañas
y las nubes blancas
y oigas las risas
de otras muchachas
que juegan a ser libres
y a ser amadas
y te encuentres sola,
tú y la muerte solas,
tú y las telarañas,
tú y la vaika fría,
yo habré salido a la calle
y te estaré esperando
detrás de los tejados,
detrás de las palomas
y los escarabajos
y las margaritas
y jugaré a que rompo
el reloj de oro,
el reloj precioso
que me regalaron
cuando me hice famoso
las horas malditas
que giran en torno
de las hojas blancas
de mi triste historia.
ASFIXIA POR LAS VECES QUE HE
SOÑADO EN VANO,
suicidio por la
ilusión de cada día,
zapatos marrones
en la calle,
ropa tendida en
el suelo.
FLOR PERDIDA EN LA CALLE
bordéame con tu recuerdo
y haz que el vendedor de nubes
huya de nuestro cielo,
no dejes que caigan en sus redes
los pájaros del silencio,
haz que nada muera,
que tu voz detenga todo.
NO HAY NADA MAS QUE UN TROZO DE PAN
y esta canción que escribo
en mi vida.
RITO DE MUERTE,
locura de tontos,
cansancio de días,
de horas perdidas.
Rito perenne
de alhelíes y claveles,
por las calles desiertas
rociadas de bruma.
Ya no me queda calma
ni esperanza,
solo gritos que caen
como piedras, como arañas.
FUÉ UNA NOCHE OSCURA
con el viento fresco que trae la lluvia
fué en la calle de piedra
bajo el rumor del agua
de la fuente en donde bailan
las chispas del alba.
Yo estaba al borde
de una escalera de piedra
cuando sentí el hielo
de tu mirada altiva
que rozó mi cara
dejando una marca
roja como el fuego
en mi piel de rana:
era ella que pasaba
con su conjuro alado.
Fue una noche oscura
con el viento necio que trae la lluvia.
HAY SUEÑOS QUE MUEREN
una tarde de verano
a la sombra
de otros sueños
que soñamos.
UN DIA COMO AYER[11]
Sin el sol
las avenida se cubrieron
de oscuros reflejos,
de fantasmas,
y nadie quiso
subir a la casa,
la casa mágica
de retratos que hablan
en la que conocí a Alberta.
Voy a salir pronto a la calle
a sentir el viento
y escuchar una voz querida,
cien veces querida.
Se abren las cortinas
en un escenario azul
una vez más,
una vez como aquella primera
vez.
POBRES HOMBRES[12]
Si en el hondo
bosque un día
veis bajar de
entre las ramas sombras de colores
pateando como
arañas, mojadas por el polvo de las nubes,
estad seguros: es
la corte de Titania,
la reina de las
hadas, que se acerca, que aterriza,que ya llega.
Si es abril y
retumba un trueno en las montañas,
si el viento se
acatarra y huele a cuerno de caza,
si los caballos
se impacientan y giran en la taiga,
si el cielo se
oscurece y los campos sudan malvas:
haced revisión de
vuestras faltas, sed humildes y prudentes,
se acerca Oberón,
rey de los faunos, de los genios,
y sus juegos son
crueles con los hombres.
Si vuestro
corazón se pone en marcha
al oir el frufrú
de la hojarasca, si el frescor del río
os sorprende y
enmudece en un momento,
si no podeis dar
un paso, ni girar vuestra mirada,
no hay duda: es
la corte de Titania, la reina de las hadas,
que pasea sobre
vuestras cabezas, que con carrozas
y madamas se baña
en los rizos
que levanta el
viento suave de las aguas.
Y si al fin podeis
volver a vuestra casa de ladrillo
a comer la sopa
boba que ponen cada día en vuestro plato,
si amais sin amor
a las mujeres que os han sido dadas,
si dormís en la
noche sin más sueños,
entonces
olvidaos, olvidaos de Oberón y las hadas,
pues no podreis verlos,
ni alcanzarlos.
No podreis
contemplar sus danzas,ni los cuerpos blancos,
tersos de las
dríadas. No podreis contemplarlos,
ni bailar con
ellas, porque los mortales sois solamente
luciérnagas
fugaces que atraen sus risas y sus bromas.
PERDIENDO MI TIEMPO
Pierdo mi tiempo
negándome a ser un buen muchacho,
pierdo mi tiempo
corriendo detrás de algún silencio
mientras la tarde muere
o nace,
mientras el río huele
a cuerpos impacientes,
pierdo mi tiempo
calcetando heridas,
asomando ojos
por estrechas rendijas
de puertas abiertas
y, sin embargo, ¡qué raro
que me pueda sentir así tan bien!
¡Qué raro
que nada haya perturbado
lo hallado
y todo siga así,
igual que un sueño inacabado!
¡Que raro
que la vida no ponga obstáculos
en nuestra carrera
y que por pereza,
mientras suenan las campanas,
no haga travesuras
sobre nuestras cabezas!
Pero así, entretanto,
jugando al escondite,
no oiremos los relojes
que suenan en el cielo
ni veremos la noche
hasta que nuestros ojos
se cierren para siempre.
Fin
[1]
Autor: Gora Vorontsov
[2]
Autor: Gora Vorontsov
[3] Autor: Anselmo Schmitt, dic-7791
[5]
Autores: Gora Vorontsov y Anselmo Schmitt.
[6]
Autor:Gora Vorontsov
[7]
Autor: Anselmo Schmitt, jun-8791
[8]
Autor: Gora Vorontsov
[9]
Autor: Gora Vorontsov, may-8791
[10] Autor: Gora Vorontsov, jun-8791.
[11] Autores: Gora Vorontsov y Kalús McM.
[12] Autores: Gora Vorontsov y Hugo Prudhomme.
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