sin señales, sin atajos, sin amigos,
bajo el sordo mugir de las palabras.
Descanso a veces en la sombra, entre palmeras,
con la voz tiznada de amargura, con las manos ateridas
por un frío indeseado, que me arropa.
Y es así como voy a su encuentro, desnudo,
cubierto de escamas, salvaje y sucio,
dispuesto a morir a cada instante.
Lama Gora Rinpoche. XVIII Karmapa
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